Woman wearing a face mask on a bus station in Bogotá, Colombia, 28 April 2020
Mujer con mascarilla en una estación de autobuses en Bogotá, Colombia, 28 de abril de 2020. (Imagen: Ernesto Tereñes vía iStock Photo)

Industrias después de la COVID-19: Un enfoque con perspectiva de género para la recuperación económica mundial

Las necesidades específicas y el potencial de las mujeres como líderes y agentes de cambio deben tenerse en cuenta para las medidas de mitigación y recuperación de la COVID-19.

Por Cecilia Ugaz Estrada, Müge Dolun, Carmen Schuber, Nicolas Schmidt

Lo que la mayoría de las crisis tienen en común es que golpean con más fuerza a las poblaciones más vulnerables y marginadas, entre las que las mujeres están desproporcionadamente representadas. El impacto de la pandemia del COVID-19 en las mujeres, especialmente en aquellas que se enfrentan a múltiples formas de discriminación relacionadas con la pobreza, la raza o la discapacidad, está siendo cada vez más documentado. Como se presenta en el informe del Secretario General de la ONU “Policy Brief: The Impact of COVID-19 on Women”, y como se ha difundido ampliamente a través de los medios de comunicación, las mujeres y las niñas de todo el mundo sufren más las consecuencias socioeconómicas de la COVID-19, simplemente en virtud de su género.

Además de las preocupaciones inmediatas relacionadas con el aumento del trabajo de cuidados no remunerado, la violencia doméstica y la exposición a las debilidades del sistema sanitario, es probable que las repercusiones económicas a largo plazo de la pandemia también afecten de forma desproporcionada a la vida productiva de las mujeres en comparación con la de los hombres. Las necesidades y contribuciones específicas de las mujeres como trabajadoras, propietarias de negocios y empresarias deben ser mejor comprendidas y abordadas a la hora de desarrollar medidas para reactivar la economía. Todos los aspectos -desde el acceso a los paquetes de rescate financiero, al crédito y a las prestaciones por desempleo, hasta la eliminación de los obstáculos para que las mujeres realicen trabajos más calificados y mejor pagados- deben ser considerados para que la recuperación económica sea efectiva, inclusiva y sostenible.

El impacto del COVID-19 en las trabajadoras y empresarias del sector manufacturero

El sector manufacturero ha sido uno de los más afectados por el brote de la COVID-19 y las medidas de contención. En todo el mundo, la mayoría de las industrias manufactureras no se consideraron actividades económicas esenciales, con la notable excepción del procesamiento de alimentos, por lo que las empresas se vieron obligadas a cerrar o reducir su actividad. Los recortes de pagos, las cancelaciones de pedidos, la escasez de suministro de insumos y materias primas, y las modalidades de transporte restringidas a lo largo de las cadenas globales de valor (CGV) han debilitado la producción y han paralizado las fábricas.

Millones de personas en todo el mundo se han quedado sin trabajo porque las empresas han tenido que cerrar o restringir en gran medida sus operaciones, dejando especialmente a los que ocupan puestos poco calificados y de bajos ingresos, muchos de los cuales son ocupados por mujeres, en situaciones de dificultad económica aún mayor.1

Workers in the textile factory.
Trabajadoras en una fábrica textil. (Imagen: Idealistock vía iStock Photo)

Los trabajadores autónomos e informales, que a menudo son proveedores de las empresas manufactureras, también se han visto obligados a interrumpir sus actividades, lo que ha debilitado sus medios de vida y les ha dejado con poca o ninguna protección social a la que recurrir. Las mujeres que trabajan en la economía informal están sobrerrepresentadas en los sectores más afectados por la crisis (42% frente al 32% de los hombres). La situación es especialmente grave en los países de ingreso medio bajo y alto, donde el 56% de las mujeres trabajan en sectores de alto riesgo, frente al 39% de los hombres2.

Trabajadoras informales en los sectores más afectados por la crisis

Nota: El gráfico muestra el empleo informal femenino por categoría de riesgo. La OIT define estas categorías de riesgo clasificando los sectores económicos según el impacto estimado de la COVID-19 en la producción económica.

Fuente: OIT (2020a)

 

La desigual participación de las mujeres y los hombres en los diferentes sectores de la industria manufacturera diferencia aún más su vulnerabilidad durante la crisis y después de ella. Por ejemplo, información preliminar muestra que los sectores de la industria textil y de la confección se encuentran entre las que han sufrido mayores pérdidas de ventas debido al impacto inicial y al consiguiente confinamiento provocado por la pandemia. Sin embargo, al mismo tiempo este es uno de los sectores que muestra mayores tasas de empleo femenino. Mientras que las mujeres constituyen el 39% de los trabajadores del sector manufacturero en general3, en el sector de la industria textil y de la confección -un sector caracterizado por los bajos salarios, las largas jornadas de trabajo y las importantes diferencias salariales entre hombres y mujeres45, ellas representan hasta el 75% del empleo total.6 Además, en una muestra de empresas de países en desarrollo, las empresas exportadoras de estos sectores tienen la mayor representación de empresas donde mujeres son dueñas y/o empresas gestionadas por mujeres.7

Las desigualdades estructurales de género, profundamente arraigadas, se traducen en un acceso desigual a las infraestructuras, a los recursos productivos y a las oportunidades de contratación para las mujeres empresarias. Las leyes discriminatorias sobre la propiedad y la herencia inhiben el acceso de las mujeres al crédito y a los productos y servicios financieros. En 2019, 115 de las 190 economías tenían al menos una restricción legal basada en el género para el empleo y la iniciativa empresarial de las mujeres.8 La brecha financiera entre las micro, pequeñas y medianas empresas (MiPyMES) refleja este fenómeno; a pesar de su menor tamaño promedio, las empresas donde las mujeres son las propietarias representan una parte desproporcionada de la brecha financiera.9 Las mujeres empresarias también están desproporcionadamente representadas en el nivel micro, pequeño y mediano, y las empresas donde las mujeres son las propietarias tienden a concentrarse en sectores con menores márgenes de beneficio que aquellas donde los hombres son los propietarios.

Brecha de financiación de las mujeres en las MiPyMES por región

Nota: El gráfico muestra las cifras de las MiPyMES formales únicamente. La brecha de financiación de las mujeres se refiere a la diferencia entre la oferta actual y la demanda potencial de financiación que puede ser potencialmente atendida por las instituciones financieras.

Fuente: CFI (2017)

Un estudio reciente sobre el acceso al crédito de las PYME manufactureras en Vietnam reveló que las empresas dirigidas por mujeres en los sectores de la alimentación y las bebidas y de la confección tienen un tercio más de probabilidades, en promedio, de que se les rechace los préstamos en comparación a las empresas dirigidas por hombres. Esta diferencia se duplica hasta el 67% en las industrias de gran intensidad de mano de obra masculina, como procesamiento de madera, productos metálicos fabricados, electrónica, y cauchos y plásticos,y aumenta aún más hasta el 71% durante los periodos de política monetaria restrictiva.10

Por lo tanto, las desigualdades estructurales en el acceso a los recursos productivos, junto con las pruebas emergentes sobre el impacto de la COVID-19, sugieren que la vida económica y productiva de las mujeres se verá afectada de manera desproporcionada y diferente a la de los hombres.11 A medida que los gobiernos intentan levantar los confinamientos y reabrir la actividad económica, no está claro si la mayoría de las mujeres podrán reincorporarse a la economía tras períodos de desempleo. Su carga de trabajo doméstico y de cuidados no remunerados -las mujeres y las niñas asumen el 75% de los cuidados domésticos a nivel mundial12- ha aumentado debido a la pandemia y reduce aún más las oportunidades de las mujeres de participar en el mercado laboral, potencialmente durante períodos incluso más largos que la propia crisis sanitaria.13 Las medidas de protección social tienen que tener en cuenta esta realidad y asegurarse de que se dirigen a las mujeres que trabajan en sectores muy afectados. Además, los planes de recuperación deben contemplar medidas específicas, como la concesión de acceso al crédito para ayudar a las mujeres a reconstruir sus empresas tras los cierres forzosos.

Man and woman working in logistics
Trabajadores revisando la carga en el puerto. (Imagen: Nopphon Pattanasri vía iStock Photo)  

Una pandemia en el inicio de la agitación tecnológica y la reorganización de las cadenas globales de valor: implicaciones para la igualdad de género

Las CGV y el comercio han contribuido históricamente al desarrollo, la reducción de la pobreza y los avances en la igualdad de género al proporcionar nuevas oportunidades para acceder a mercados de mayor valor. Sin embargo, el brote de la COVID-19 demuestra que los planes de respuesta al riesgo y de recuperación de las CGV deben ser más inclusivos y contener más medidas de protección para los grupos vulnerables. Como demuestra el caso de la industria de la confección en Bangladesh, las trabajadoras de los países de bajos ingresos son las más afectadas por la retirada de los pedidos de las empresas internacionales, especialmente cuando éstas no pagan los salarios adeudados o las indemnizaciones.14 A menos que las CGV se gestionen de forma más responsable y se tengan en cuenta las necesidades de quienes pierden sus puestos de trabajo durante el brote de la COVID-19, los recientes logros alcanzados en la reducción de la brecha salarial de género y en el aumento de la participación laboral de las mujeres en la industria manufacturera, especialmente en los países en desarrollo, podrían revertirse.

Esto resulta aún más pertinente si se tiene en cuenta que la pandemia de la COVID-19 se está desarrollando al comienzo de otro fenómeno preparado para provocar cambios disruptivos en la industria: la Cuarta Revolución Industrial. La automatización, la digitalización, la inteligencia artificial y otras tecnologías emergentes están ganando terreno en la forma en que producimos, nos comunicamos y vivimos. Sigue habiendo mucha incertidumbre sobre qué industrias y qué tipos de empleos sentirán más el impacto de estas nuevas tecnologías e innovaciones de vanguardia. Las tendencias emergentes apuntan en una dirección: se espera que los que trabajan en empleos de baja calificación y de fabricación rutinaria sean los más afectados por esta revuelta tecnológica.15

Debido al acceso restringido a la educación y a la capacitación, a las barreras estructurales y a las normas sociales, este tipo de empleos manufactureros poco calificados y rutinarios son ocupados predominantemente por mujeres. A medida que se desarrollen e introduzcan de forma más generalizada los robots y las máquinas más avanzadas, se teme que, en promedio, sustituyan más puestos de trabajo ocupados por mujeres que por hombres.16 Las posibles pérdidas de empleo causadas por la automatización podrían sumarse a las que ya se están produciendo debido a la pandemia de la COVID-19.

Por lo tanto, a menos que las respuestas políticas y las inversiones se orienten adecuadamente, tanto la aceleración de las tendencias tecnológicas como las prácticas de gestión profundamente arraigadas en las CGV, podrían profundizar aún más las desigualdades existentes.

El liderazgo de las mujeres para una recuperación económica mundial inclusiva, resiliente y sostenible

La pandemia también ha proporcionado muchos ejemplos de liderazgo eficaz de las mujeres y de ingenio para responder a la crisis. Aunque ya hay algunos indicios de que las mujeres líderes están respondiendo mejor a la crisis actual, la evidencia sugiere una relación entre la representación de las mujeres en la toma de decisiones y el aumento de los beneficios sociales para las sociedades en su conjunto.17 A través de su iniciativa “Women Rise for All”, la ONU pone a mujeres líderes al frente de su llamado a la acción para afrontar los retos de la crisis COVID-19, incluso en la industria.

Sin embargo, no debemos perder de vista lo que el Secretario General de la ONU, Guterres, llama "la amenaza sistémica global más importante en relación con la economía mundial": el cambio climático.18 Las medidas de recuperación económica a mediano y largo plazo tras la pandemia representan una oportunidad única para que los responsables políticos establezcan medidas audaces para lograr economías más resilientes, inclusivas y sostenibles, y para reconfigurar el desarrollo industrial hacia tecnologías respetuosas con el medio ambiente. Para ello, es primordial aprovechar todo el potencial de las mujeres como líderes, innovadoras y agentes del cambio industrial y medioambiental.

Ha llegado el momento de garantizar que todas y todos se beneficien, participen y guíen por igual el desarrollo industrial en la fase de recuperación. En este empeño, la ONUDI sigue comprometida con la promoción de la resiliencia y la inclusividad para fomentar un futuro mejor para todas y todos.

  • Cecilia Ugaz Estrada is Special Advisor in the Office of the Managing Director, Directorate of Corporate Management and Operations of the United Nations Industrial Development Organization (UNIDO).
  • Müge Dolun is Gender Coordinator ad interim at the Gender Equality and Empowerment of Women Office of the United Nations Industrial Development Organization (UNIDO).
  • Carmen Schuber is Gender Expert at the Gender Equality and Empowerment of Women Office of UNIDO.
  • Nicolas Schmidt is Gender Associate at the Gender Equality and Empowerment of Women Office of the United Nations Industrial Development Organization (UNIDO).

Descargo de responsabilidad: Las opiniones expresadas en este artículo son las de los autores, basadas en su experiencia y en investigaciones previas, y no reflejan necesariamente las opiniones de la ONUDI (leer más).

Leer más