Engineer at a power plant
Ingeniera en una central eléctrica. (Imagen: VichienPetchmai vía iStock photo)

Contabilizar el impacto climático a largo plazo y la resiliencia económica tras la pandemia

Los paquetes de estímulo de la COVID-19 deben incluir incentivos a la eficiencia energética para ayudar a la recuperación de las industrias y las economías.

Por Tareq Emtairah

Al igual que los cierres industriales generalizados durante la Gran Depresión, la crisis económica de COVID-19 ha dejado a las empresas industriales tambaleándose. Las fábricas de automóviles están paradas y la demanda de petróleo, cobre, mineral de hierro y otras materias primas industriales se está paralizando. Sin embargo, la mayor diferencia hoy es que también nos enfrentamos a una crisis climática sin precedentes.

En la ONUDI estamos muy preocupados. El sector industrial es uno de los principales motores de las naciones en desarrollo con las que trabajamos. En el último mes, hemos visto numerosos ejemplos de nuestros peores temores hechos realidad. Por ejemplo, en Bangladesh alrededor de un millón de trabajadores, en su mayoría mujeres, han perdido sus puestos de trabajo.1 Grupos de la industria calculan que esto se traducirá en 6.000 millones de dólares estadounidenses de pérdida de ingresos solo este año, lo que corresponde aproximadamente a una sexta parte de los ingresos anuales totales de exportaciones de Bangladesh.2 Es probable que esto provoque una gran crisis humanitaria en un país donde una cuarta parte de la población ya vive por debajo del umbral de la pobreza.

En primer lugar, la prioridad es que los responsables políticos protejan los medios de subsistencia e impulsen la capacidad de los sectores sanitarios nacionales. No podemos endulzar los verdaderos retos y las difíciles decisiones que los gobiernos están afrontando actualmente. Sin embargo, es fundamental que las respuestas de estímulo se diseñen de forma que tengan en cuenta los impactos climáticos a largo plazo y la resiliencia económica. No podemos permitirnos alimentar aún más las amenazas ecológicas que se ciernen sobre la humanidad.

Este llamado al "estímulo verde" no es ni mucho menos novedoso. El mes pasado, el Secretario General de la ONU declaró que "tenemos la responsabilidad de recuperarnos mejor". Fatih Birol, director de la Agencia Internacional de la Energía, fue un paso más allá al pedir públicamente a los gobiernos y a las instituciones financieras internacionales que sitúen la transición energética limpia en el centro de los paquetes de estímulo.3 Los jefes de Estado europeos también han pedido formalmente a la Comisión Europea que empiece a preparar "un plan de recuperación global" que integre una transición verde.4 

Aunque hay muchas incógnitas en lo que respecta a la recesión actual, podemos extraer lecciones de las respuestas de estímulo del pasado. Tras la crisis financiera mundial, se implementaron paquetes de recuperación económica en numerosos países para estimular el crecimiento ecológico, crear puestos de trabajo y apoyar las economías con bajas emisiones de carbono. China y la República de Corea se convirtieron rápidamente en los líderes mundiales del gasto ecológico. Aunque no fue perfecta, la Ley de Recuperación y Reinversión de Estados Unidos de 2009 designó 90.000 millones de dólares estadounidenses para promover la energía limpia. A menudo se atribuye a esta histórica ley estadounidense la "explosión" de la economía de las energías limpias, que creó cientos de miles de nuevos puestos de trabajo en el ámbito de la eficiencia energética y una plataforma para que prosperaran empresas tecnológicas como Tesla.

Field of solar panels and windmills in the desert
Campo de paneles solares y molinos de viento en el desierto. (Imagen: adamkaz vía iStock Photo)

Si nos remontamos a finales de los años noventa, en medio de una gran subida de los precios del petróleo, países como Marruecos y Túnez se vieron obligados a invertir drásticamente en eficiencia energética y tecnología renovable para recuperar el control de su seguridad energética. Los resultados hablan por sí mismos. Hoy en día, Marruecos está en camino de cumplir uno de los objetivos de energía limpia más ambiciosos del mundo para 2030.5 Mientras tanto, Túnez está acreditado como líder regional en eficiencia energética pública, industrial y doméstica, y también por su generación de energía eólica, que ha aumentado constantemente desde 2014.6 Por la tanto, la cuestión es acerca de la resiliencia, sobre todo ante las inevitables y continuas crisis económicas. ¿Cómo podemos diseñar cuidadosamente paquetes de estímulo que aborden la crisis económica actual, sin comprometer nuestra salud y seguridad a largo plazo?

Eliminar las subvenciones para impulsar la demanda de eficiencia energética

En 2017, las subvenciones energéticas mundiales crecieron hasta los 5,2 billones de dólares estadounidenses, lo que representa el 6,5% del PIB mundial combinado.7 Durante años, estas subvenciones han mantenido artificialmente bajo el precio del consumo de combustibles fósiles, disminuyendo así los incentivos para que las industrias investiguen e inviertan en soluciones energéticas más limpias y eficientes. En otras palabras, estos subsidios han estancado significativamente el progreso en el frente de la energía limpia.

Subvenciones energéticas mundiales

Nota: Este gráfico muestra las subvenciones después de impuestos, que reflejan las diferencias entre los precios que pagan los consumidores y los costos reales de suministro, los impuestos necesarios para reflejar los costos medioambientales y los requisitos de ingresos.

Fuente: Coady et al. (2019)

Según una investigación reciente llevada a cabo por el Instituto Internacional para el Desarrollo Sostenible (IISD por sus siglas en inglés), solo entre el 10 y el 30% de las subvenciones a los combustibles fósiles servirían para pagar una transición mundial a la energía limpia.8

Hay razones válidas para que los gobiernos hagan que la energía sea más asequible, especialmente en las naciones empobrecidas. Muchos países en desarrollo que mantienen las subvenciones a los combustibles fósiles suelen depender económicamente del sector energético tradicional.

Sin embargo, la actual caída de los precios del petróleo, combinada con la disminución mundial de la demanda de energía, ofrece una oportunidad de oro para diversificar y cambiar hacia un sector energético más limpio y eficiente. Es un llamado radical a la acción, pero compartido por muchos, incluida la Agencia Internacional de la Energía.9

Puestos de trabajo orientados al futuro al invertir en infraestructuras eficientes

A nivel mundial, se espera que la crisis de la COVID-19 acabe con el 6,7% de las horas de trabajo para el segundo trimestre de 2020. Esto equivale a 195 millones de trabajadores a tiempo completo. En los países en desarrollo, donde las cadenas de suministro industrial están atascadas y la inversión extranjera prácticamente se ha evaporado de la noche a la mañana, se espera que las pérdidas de ingresos superen los 220.000 millones de dólares estadounidenses.10

Sabemos de sobra que los programas de empleo que promueven la eficiencia energética y el sector de las energías renovables tienden a crear más puestos de trabajo. Solo en la última década, surgieron millones de nuevos puestos de trabajo en los sectores de las energías renovables y la eficiencia energética. Por ejemplo, en Estados Unidos, el crecimiento de los puestos de trabajo en el sector de las energías limpias supera con creces el número de sueldos proporcionados por la industria de los combustibles fósiles en una proporción de al menos cinco a uno.11

 People operating machines at an embroidery factory
Personas manejando máquinas en una fábrica de bordados. (Imagen: andresr vía iStock Photo)

A corto plazo, es fundamental que mantengamos la capacidad existente dentro de la mano de obra de la eficiencia energética y la energía limpia. Por desgracia, con demasiada frecuencia los especialistas en eficiencia energética son de los primeros en ser despedidos durante una recesión económica, a pesar de su papel fundamental en la reducción de los costos de producción.12

Los puestos de trabajo en el sector de la eficiencia energética también serán cruciales en las enormes inversiones en infraestructuras públicas que se utilizarán para reconstruir las economías nacionales tras la crisis de COVID-19. Las medidas de eficiencia energética son más rentables cuando se diseñan y construyen nuevas plantas o edificios. Los incentivos que fomentan la sustitución de la maquinaria obsoleta y la mejora de los procesos de producción también contribuirán a acelerar rápidamente la demanda de gestores y especialistas en eficiencia energética.

Dar prioridad a las PYME industriales

Por último, pero no por ello menos importante, es necesario apoyar a las pequeñas y medianas empresas (PYME), no solo para que sobrevivan, sino para que puedan prosperar en una nueva economía. En países en desarrollo como México, Indonesia, China, India, Bangladesh, Egipto y muchos otros, las PYME industriales constituyen la mayor parte de la economía nacional y son el motor de la creación de empleo.

El acceso limitado a la financiación y a la formación es un problema crítico que debe superarse. En la ONUDI nos esforzamos por desarrollar la capacidad de eficiencia energética de las PYME a través de nuestros socios gubernamentales y del sector privado. Nuestra experiencia demuestra que los incentivos fiscales, los microcréditos, las actualizaciones de equipos asequibles y la exposición a las mejores prácticas pueden reducir drásticamente las facturas de energía a corto plazo. Muchas empresas que participan en nuestros programas en todo el mundo han reducido sus facturas energéticas hasta en un 15% con medidas sencillas de bajo o nulo costo. Este ahorro puede liberar el tan necesario capital para que las PYME innoven e impulsen la inversión en tecnologías eficientes con bajas emisiones de carbono.

Si hay un resquicio de esperanza en el brote mundial de la COVID-19, es que ahora tenemos un precedente mundial de acción radical ante una crisis sin precedentes. La priorización de los incentivos a la eficiencia energética y al sector de las energías renovables ofrece a la industria soluciones competitivas para reducir la factura eléctrica, generar rápidamente nuevos puestos de trabajo, frenar las emisiones de carbono y ahorrar dinero, todo ello al mismo tiempo.

Y lo que es más importante, una inversión a gran escala en tecnologías eficientes y con bajas emisiones de carbono en este momento garantizará que las empresas industriales, las PYME y los países puedan recuperarse con más fuerza que antes.

Este artículo de opinión fue publicado originalmente por el Acelerador de Energía Industrial de la ONUDI.

Descargo de responsabilidad: Las opiniones expresadas en este artículo son las de los autores, basadas en su experiencia y en investigaciones previas, y no reflejan necesariamente las opiniones de la ONUDI (leer más).

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