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Primer plano de un dispositivo electrónico. (Imagen: Chris Ried vía Unsplash)

¿Hecho en América o haciendo pagar a América?

Alternativas a la política industrial para la resiliencia de la cadena de suministro de semiconductores.

Por Sarah Kreps, Richard Clark, Adi Rao

Con la llegada de la pandemia del COVID-19, como resultado de las limitaciones generalizadas de la cadena de suministro, empresas y consumidores estadounidenses se quedaron sin ciertos insumos y suministros necesarios, especialmente en la fabricación de semiconductores. Dos años después, estas cadenas de suministro siguen estando en riesgo, ya que los nodos centrales se encuentran en lugares con una gran incertidumbre geopolítica, entre ellos China, provincia de Taiwán.

Estas vulnerabilidades de la cadena de suministro -junto con el reconocimiento de que los semiconductores representan un recurso estratégico- han inspirado a Washington para reconstruir la fabricación estadounidense de chips. En junio de 2021, el Senado de Estados Unidos, en un raro acto de consenso bipartidista aprobó la Ley de Innovación y Competencia de Estados Unidos (USICA, por sus siglas en inglés), que incluye 52.000 millones de dólares en inversiones federales para reforzar la industria estadounidense de semiconductores. En febrero de este año, la Cámara de Representantes aprobó una legislación similar. la America COMPETES Act, por su nombre en inglés. Los negociadores de la Cámara de Representantes y el Senado conciliaron esos proyectos de ley en la Ley CHIPS Plus, que se aprobó a finales de julio con una votación bipartidista de 64 a 33 y que el Presidente Biden firmó como ley el 9 de agosto de 2022.

Aunque la Ley Chips Plus pretende resolver la escasez de la cadena de suministro mediante la construcción de plantas de fabricación de chips semiconductores en Estados Unidos, reubicar la cadena de suministro de semiconductores puede crear otros problemas. La construcción de plantas de fabricación requiere importantes costos iniciales. Además, como los insumos y la mano de obra son relativamente caros en Estados Unidos en comparación con los principales países productores de chips, como la República de Corea y China, provincia de Taiwán, los productores nacionales necesitan obtener ayuda constante por parte del gobierno para mantener la competitividad. Mientras los legisladores en el Capitolio reflexionan sobre cómo mantener el acceso a tecnologías clave, nosotros proponemos una estrategia más holística para la resiliencia de los semiconductores, que incluye un enfoque doble con colaboraciones de alta tecnología y políticas de inmigración que promuevan una mano de obra más tecnológica.

Semiconductores y cadenas de suministro

Aunque reubicar la fabricación de semiconductores tenía sentido en los tiempos previos a la pandemia, revertir la tendencia sería costoso. La autosuficiencia completa por regiones, según un informe del Boston Consulting Group requeriría "1 billón de dólares de inversión inicial incremental, lo que supondría un aumento global del 35% al 65% en los precios de los semiconductores y, en última instancia, un mayor costo de los dispositivos electrónicos".

La producción de chips, además, requiere mucho más que la simple instalación de una o dos fábricas: implica un conjunto de pasos que van desde el diseño hasta la fabricación, pasando por el ensamblaje, métodos de prueba y el embalaje. Llevado a cabo por innumerables empresas en la cadena, ningún país tiene un control completo de la fabricación de chips. De hecho, como señala Chris Thomas, investigador principal no residente de Brookings señala esta hiperespecialización "convierte a los semiconductores en una industria en la que el ganador se lo lleva todo", de modo que "el primer o el segundo actor de un nicho determinado [...] obtiene todos los beneficios económicos de ese nicho".

A pesar de que siete de las 10 principales empresas de diseño de semiconductores (por ingresos) son empresas estadounidenses, según un informe del Servicio de Investigación del Congreso las instalaciones de fabricación de los chips están controladas por empresas de China, provincia de Taiwán y la República de Corea. Otras partes de la cadena son igualmente difíciles de replicar; los proveedores de equipos más importantes son una empresa holandesa y otra japonesa. La producción secundaria, que requiere mucha mano de obra, se concentra en Malasia, Vietnam y Filipinas. En resumen, hay mucho que reubicar.

Cuota de mercado de la industria mundial de semiconductores por ventas (2019)

Nota: Las ventas se basan en la ubicación de la sede de la empresa.

Fuente: SIA (2020) State of the U.S. Semiconductor Industry.

Las instalaciones de fabricación que han sido reubicadas no podrán cumplir con sus objetivos de producción y costos sin un acceso confiable a insumos. A corto plazo, es probable que el acceso a los insumos críticos siga siendo difícil. La Federación Rusa y Ucrania, que ahora están inmersas en un conflicto armado ambos proporcionan insumos clave para la fabricación de semiconductores, como el níquel, el paladio y el neón. Los minerales clave, incluidos los elementos de tierras raras, proceden en su gran mayoría de China. Garantizar estos recursos previos será un reto adicional.

¿Una nueva era de política industrial?

Construír instalaciones para la fabricación de semiconductores tardará varios años. La ampliación de la fabricación de Intel de 20.000 millones de dólares no estará operando plenamente hasta el 2024. Además, no está claro si una vez construidas serán rentables sin ayudas públicas. Aunque las cadenas de suministro de semiconductores siguen siendo tensas, la disminución de las interrupciones relacionadas con el COVID-19 y los esfuerzos de la industria por ampliar su capacidad pueden aliviar la escasez a medio plazo. La legislación, por su parte, podría ser una solución a largo plazo para un problema a corto plazo.

La intervención del gobierno para apuntalar la industria estadounidense de semiconductores trae recuerdos sobre los esfuerzos del siglo XX para crear "campeones nacionales", ofreciendo subvenciones a las empresas de las industrias más populares del país. Los políticos llevan exitosamente mucho tiempo haciendo campaña sobre la reactivación de industrias, como la del acero y el carbón, a pesar de que no hay consenso sobre la eficacia de la política industrial en relación con su costo para los contribuyentes. Una mejor manera de mejorar la disponibilidad de semiconductores y la resistencia de la cadena de suministro de chips sería aprovechar la experiencia y el talento extranjero en lugar de un costoso unilateralismo.

Una posible solución

Por ello, proponemos un enfoque doble. En primer lugar, Estados Unidos debería centrarse en profundizar su colaboración en alta tecnología con socios estratégicos. Apoyarse en aliados y amigos puede mejorar la resiliencia de la cadena de suministro mientras se aprovechan las ventajas comparativas para mantener bajos los precios para el consumidor.

En segundo lugar, Estados Unidos debería modificar sus normas de inmigración para permitir la entrada de más trabajadores calificados al país, aumentando la reserva de talento durante un periodo de escasez de mano de obra e incrementando la competitividad de la industria estadounidense. Esto permitiría a Intel cumplir su promesa de añadir 7.000 puestos de trabajo en la construcción y otros 3.000 puestos de trabajo permanentes. También ayudaría a mitigar la preocupación por el aumento de los precios; las estimaciones actuales sugieren que las obleas de silicio producidas por TSMC en Arizona serán más caras que las fabricadas en China, provincia de Taiwán. lo que repercutirá en los consumidores.

Capacidad de fabricación de semiconductores en Estados Unidos (1990-2019)

Fuente: Congressional Research Service (2020).

Recomendamos esta combinación de políticas en lugar de la propuesta más costosa y arriesgada de reubicar la industria desde cero. Es posible que Estados Unidos no vuelva a su cuota de mercado de fabricación de semiconductores del 40 por ciento en 1990 (véase la figura anterior), pero estas políticas ayudarían, no obstante, a impulsar la producción nacional del 10% al 12% del mercado mundial y a aumentar la resistencia de la cadena de suministro, minimizando al mismo tiempo las posibles pérdidas de eficiencia derivadas de la excesiva dependencia de la fabricación local.

  • Sarah Kreps es profesora de Gobierno John L. Wetherill, profesora adjunta de Derecho y directora del Instituto de Política Tecnológica de la Universidad de Cornell.
  • Richard Clark es profesor adjunto de Gobierno en la Universidad de Cornell.
  • Adi Rao es estudiante de doctorado en el Departamento de Gobierno de la Universidad de Cornell, donde se especializa en relaciones internacionales y tecnología.

Descargo de responsabilidad: Las opiniones expresadas en este artículo son las de los autores, basadas en su experiencia y en investigaciones previas, y no reflejan necesariamente las opiniones de la ONUDI (leer más).

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