Main hall of new Stuttgart Library, Germany
Sala principal de la nueva biblioteca de Stuttgart, Alemania. (Imagen: M. Kaercher vía iStock Photo)

Fomentar la recuperación de la COVID-19 a través de la ciencia, tecnología e innovación

La innovación puede aportar soluciones rápidas a la recesión vinculada a la COVID-19. La política debe incluir incentivos para innovar a largo plazo.

Por Fernando Santiago, Bernhard Dachs, Bettina Peters

Numerosos estudios demuestran que la inversión en actividades de ciencia, tecnología e innovación (CTI), en particular la investigación y el desarrollo (I+D), es un motor clave del crecimiento económico. Estas actividades están ayudando a afrontar los retos inmediatos de la crisis sanitaria provocada por la COVID-19, pero también pueden contribuir a la recuperación económica una vez que se haya contenido el virus. La innovación significa "resolver problemas" y, en tiempos de crisis, muchas empresas se ven obligadas a desarrollar nuevos modelos de negocio y a implementar cambios organizativos para absorber los impactos a corto plazo y garantizar la viabilidad y el crecimiento a largo plazo. Sin embargo, estas transformaciones raramente se producen de forma automática.

De la emergencia sanitaria a la crisis económica

Las medidas para contener la propagación de la COVID-19 amenazan con sumir al mundo en una de las peores recesiones económicas de la historia. El producto interno bruto (PIB) chino se desplomó entre un 10% y un 20% en enero-febrero de 2020.1 En Europa han empezado a surgir impactos recesivos similares. Por ejemplo, el PIB de Alemania podría caer entre un -2,8% y un -5,4% en 2020.2 Varios países han registrado una desaceleración de la actividad manufacturera durante los primeros meses de 2020. Para muchos, el dinamismo ha caído en picada en términos anuales, en relación con 2019 (figura siguiente).

Índice de producción industrial de países seleccionados

* corresponde a febrero de 2020

Nota: Si no se indica lo contrario, las cifras se refieren a marzo de 2020. La variación interanual se refiere a la variación respecto al mismo mes de 2019.

Fuente: ONUDI, base de datos del índice de producción industrial.

Las actividades de CTI están en la primera línea de la lucha contra la COVID-19. Múltiples actores están uniendo fuerzas a nivel internacional para encontrar una vacuna y garantizar un acceso justo a ella para todas las poblaciones3 mientras otros buscan soluciones innovadoras a los retos asociados al virus.4 Los gobiernos han promulgado reglamentos especiales para atraer a las empresas a la re-adaptación de la actividad productiva, o han asignado fondos específicos para movilizar las capacidades productivas y tecnológicas nacionales para hacer frente a la escasez de suministros relacionados con el COVID-19. Las empresas y las asociaciones industriales hacen alarde de la capacidad para ganar carreras tecnológicas en torno a los suministros de la COVID-19.5 Hay abundantes ejemplos de cómo la CTI está contribuyendo a la gestión del brote de la COVID-19 tanto en países desarrollados como en desarrollo. A medio y largo plazo, la CTI también debería contribuir a la reestructuración económica, a la diversificación productiva y a la inserción en un nuevo panorama de las cadenas globales de valor.

¿Es sostenible la efervescencia en torno a la CTI?

No se sabe hasta qué punto la COVID-19 influirá en los incentivos para llevar a cabo actividades de CTI más allá de las inmediatamente relacionadas con la gestión de la crisis sanitaria y el suministro de productos médicos básicos. La repercusión de estas actividades en otros ámbitos dependerá en gran medida de la duración de la crisis, de cuándo disminuya la incertidumbre que afecta actualmente a las empresas y cuándo mejoren las expectativas de crecimiento. Las experiencias de crisis anteriores sugieren que el gasto en I+D de las empresas suele ser procíclico. Períodos de lento crecimiento del PIB como los de 1992/93, 2000/02 o 2008/09 fueron acompañados por un estancamiento o una caída del gasto empresarial en I+D. Este patrón observado en Estados Unidos, Alemania y Japón (véase figura siguiente), puede explicarse por las restricciones de liquidez, la restricción de los préstamos bancarios y la disminución en la demanda durante los períodos de recesión, entre otros.6 7

​Tasas de crecimiento anual del gasto empresarial en I+D en algunos países de la OCDE

Nota: Precios constantes de 2010, paridades de poder adquisitivo en USD. Las líneas muestran la tasa de crecimiento del gasto en I+D en Estados Unidos, Japón y Alemania.

Fuente: OCDE. MSTI 2019/2.

Basándose en la experiencia de la crisis financiera de 2008/9, Paunov (2012) afirma que el impacto a largo plazo de una crisis internacional depende de la gravedad y la profundidad con que afecte a las capacidades de innovación de las empresas.8 Analizando una muestra de empresas latinoamericanas, la autora concluye que las empresas que suministran a empresas multinacionales o que han sufrido impactos en las exportaciones son más propensas a reducir el gasto en I+D. Ella recomienda la implementación de políticas de recuperación tras la crisis basadas en la comprensión de cuáles empresas han sufrido más y cómo. Dachs y Peters (2014) corroboran esta recomendación al constatar que las empresas europeas altamente internacionalizadas se vieron muy afectadas por la crisis financiera y económica de 2008/09, y sus actividades de innovación sufrieron más que las de las empresas de orientación nacional.9

Sin embargo, también descubrieron que el empleo en las empresas innovadoras tendía a ser más resistente a las consecuencias de la crisis económica y financiera de 2008/09 que las que no se especializaban en innovación en absoluto (véase figura de arriba). Todavía tenemos que determinar hasta qué punto la recesión económica provocada por la COVID-19 afectará la disposición de las empresas a invertir en I+D y la capacidad para lanzar nuevos productos y servicios al mercado. Esta vez, las cosas podrían ser más complicadas que en crisis anteriores ya que las empresas enfrentan simultáneamente las limitaciones de oferta, demanda y de financiación. Es aún incierto cuánto tiempo puede durar el extraordinario apoyo a la CTI observado en varios países en desarrollo después de la COVID-19. Además, ¿puede ampliarse este apoyo a otras áreas de investigación no relacionadas con la salud?

La innovación de productos y el variación del empleo en Europa durante las pasadas recesiones

Nota: El gráfico muestra la contribución de la innovación de productos a la variación del empleo en Europa durante las pasadas recesiones. En los años de recesión, el empleo en las empresas se redujo en una media del 1,4%. Mientras que las empresas no innovadoras de productos redujeron su empleo en un 4,6% debido a una menor demanda, la reducción inducida por la demanda para las innovadoras de productos fue mucho menor en un 0,7%. Al mismo tiempo, las empresas estaban dispuestas a retener a sus empleados y, por lo tanto, a aceptar un deterioro de la productividad lo que contribuyó a preservar el empleo en un 4%.

Fuente: Dachs et al (2017). Las cifras se basan en las Encuestas de la Comunidad sobre la Innovación CIS3, CIS4, CIS2006, CIS2008, CIS2010, CIS2012 y CIS2014 para 26 países europeos. Presentación propia.

Un factor adicional es que las empresas tendrán dificultades para movilizar las capacidades de innovación en las "oficinas en casa". I+D suele estar vinculada a equipos técnicos específicos, como laboratorios o talleres, y es un proceso altamente colaborativo que requiere que las personas trabajen juntas. Incluso si la crisis libera tiempo para la creatividad, pueden faltar los medios para convertir esta creatividad en nuevos productos debido a las restricciones de la vida pública. Las dificultades para acceder a laboratorios, equipos y socios de cooperación en las universidades o en otras empresas requerirán una dosis extra de creatividad tanto de las empresas como de los responsables de las políticas.

Qué pueden hacer los responsables de las políticas

La política de investigación e innovación durante el periodo de crisis debería ayudar a evitar que las empresas retrasen, o incluso abandonen, las actividades de innovación. Se necesitan políticas que combinen la financiación directa e indirecta y las garantías para compensar las limitaciones de liquidez previstas y la restricción de los préstamos bancarios para contrarrestar, aunque sea parcialmente, el riesgo de que las empresas abandonen esas actividades y estabilizar las expectativas futuras. Las políticas deben dirigirse especialmente a las pequeñas empresas, que suelen ser las más vulnerables a los problemas de liquidez y financiación. Muchas de estas empresas necesitarán una reestructuración organizativa, que es menos exigente desde el punto de vista tecnológico, pero que no deja de ser una tarea complicada ante las restricciones de liquidez.

La contratación pública estratégica para la innovación y la inversión en grandes y modernos proyectos de desarrollo de infraestructura podría ayudar a las empresas a hacer frente a la escasez en la demanda. Este enfoque se está observando en China, por ejemplo, donde el gasto público está liderando los esfuerzos de recuperación tras la COVID-19 a través de un ambicioso programa de inversión en la modernización de infraestructuras, especialmente en energía, transporte y tecnologías de la información.10 Este impulso en la demanda debería ayudar a movilizar una base sustancial de capacidades tecnológicas y manufactureras nacionales.

Aprender de las iniciativas lideradas por la comunidad de CTI para reunir los recursos y esfuerzos disponibles en la lucha contra la COVID-19 podría facilitar el diseño de políticas, informando sobre las agendas de investigación emergentes e identificando las metas tecnológicas a corto plazo (Crowdfight COVID-19). Al mismo tiempo, la flexibilidad y la rapidez también serán importantes en el diseño y la implementación de políticas. Las respuestas a la COVID-19 probablemente generarán innovaciones en áreas inesperadas. Un ejemplo son las ofertas digitales en línea y los servicios de entrega en comercios y restaurantes. Las empresas que ya habían ampliado las capacidades de comercio electrónico antes de la crisis podrían tener una clara ventaja en este caso.

Acorde con el compromiso de la Agenda de Desarrollo Sostenible 2030 de no dejar a nadie atrás, las políticas de investigación e innovación en el periodo posterior a la COVID-19 deberían evitar el determinismo tecnológico. El apoyo a los esfuerzos de investigación en ciencias sociales dan claridad sobre la dirección necesaria del cambio para que la recuperación sea más equitativa y sostenible, lo que incluye los aspectos distributivos de la innovación, por ejemplo en torno al acceso a una vacuna contra la COVID-19, y la diversidad de actores, intereses y capacidades involucrados. La financiación destinada a la investigación que conduzca a estrategias para gestionar la recuperación tras la COVID-19, teniendo en cuenta las desigualdades sociales y la necesidad de mejorar la resiliencia ante los fenómenos extremos, parece ser un paso en la dirección correcta.11

  • Fernando Santiago es Oficial de Política Industrial en División de Desarrollo de Capacidades, Estadísticas y Asesoramiento en Política Industrial de la Organización de las Naciones Unidas para el Desarrollo Industrial (ONUDI).
  • Bernhard Dachs is Senior Scientist at the Center for Innovation Systems and Policy of the Austrian Institute of Technology (AIT).
  • Bettina Peters is Deputy Head at the "Economics of Innovation and Industrial Dynamics" Research Department at the Leibniz Centre for European Economic Research (ZEW) and Honorary Professor in Management at the Faculty of Law, Economics and Finance at the University of Luxembourg.

Descargo de responsabilidad: Las opiniones expresadas en este artículo son las de los autores, basadas en su experiencia y en investigaciones previas, y no reflejan necesariamente las opiniones de la ONUDI (leer más).

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