El impacto económico del COVID-19 en las industrias manufactureras de todo el mundo ya ha quedado ampliamente documentado. La producción manufacturera mundial cayó un 11,4% durante el segundo trimestre de 2020, en comparación con el mismo trimestre de 2019, y solo volvió a crecer a finales del cuarto trimestre de 20201.
Datos recogidos sobre aproximadamente 4.000 empresas en 26 países en desarrollo muestran que, en promedio desde el comienzo de la pandemia los beneficios anuales disminuyeron un 27% entre 2019 y 2020; que las ventas mensuales cayeron un 17% entre 2020 y 2021, y que se han recortado alrededor del 16% de los puestos de trabajo existentes (véase la figura siguiente). Estos promedios, sin embargo, ocultan fuertes heterogeneidades entre los tamaños de las empresas, con las pequeñas y medianas empresas (PYMES) sufriendo más que las grandes empresas, aunque también se observa una importante diversidad dentro de cada grupo y entre regiones.
El explicar esta heterogeneidad puede señalar factores de resiliencia y orientar las estrategias de preparación para futuras crisis. Un análisis de los resultados de la encuesta sugiere que los factores específicos del país y del sector -incluyendo el rigor de las medidas de contención de los gobiernos, las condiciones fiscales para aplicar políticas de apoyo y la intensidad de la mano de obra de la industria- desempeñaron un papel en la solidez de las empresas. A nivel de las empresas, características como el tamaño, la liquidez, las competencias, la orientación a la exportación y la digitalización fueron factores importantes.2
Entre ellas, la digitalización -específicamente, el uso de tecnologías de producción digital avanzada (PDA)- es de especial relevancia, ya que tiene la capacidad de apoyar la resiliencia en dos dimensiones: (i) ayudando a las empresas a absorber situaciones de crisis (solidez) y (ii) ayudando a las empresas a reaccionar y responder a crisis (preparación). Las tecnologías PDA asociadas a la Cuarta Revolución Industrial (4IR, por sus siglas en inglés) aún no están presentes en la mayoría de los países en desarrollo (véase la figura siguiente), con una penetración media inferior al 16% en cada una de las tres regiones estudiadas. Más bien, la mayoría de las empresas utilizan tecnologías analógicas o digitales obsoletas.
Fundamentalmente, las pocas empresas que utilizan tecnologías PDA tendían a verse menos afectadas por la COVID-19 que otras de su misma categoría de tamaño (véase la figura siguiente). En otras palabras, la digitalización parece haber favorecido la solidez de las empresas frente a la crisis.
Las empresas son entidades dinámicas que responden a las circunstancias cambiantes ajustando sus estrategias y reoptimizando los nuevos incentivos y limitaciones. Tras el brote del COVID-19, algunas empresas manufactureras identificaron y ajustaron uno o más aspectos de sus actividades, como se ilustra en la figura siguiente, para hacer frente al cambio de escenario y adaptarse a la "nueva normalidad" tras la pandemia.
Respuesta a la crisis: Cambios transformacionales como estrategia de respuesta
También en este caso, la digitalización apoya la transformación, por ejemplo, facilitando el cambio al trabajo a distancia, cuando es posible, y permitiendo una reorganización más flexible de los procesos de producción para dar cabida a las medidas de seguridad y al distanciamiento social (véase la figura siguiente).
Efecto de la digitalización en la aplicación de estrategias de respuesta
Esta hipótesis se ve respaldada por los datos de la encuesta, que indican que las empresas digitalmente avanzadas introdujeron sistemáticamente más cambios en todas las estrategias empresariales que sus homólogas (véase la figura siguiente).
El papel fundamental de la digitalización se confirma mediante un análisis econométrico, que controla otros factores como el tamaño de la empresa, la propiedad, la capacidad de innovación y producción, la participación en las cadenas de suministro mundiales y la orientación a la exportación3. Las empresas digitalmente avanzadas no sólo sufrieron menos, en promedio, durante la crisis, sino que también fueron más propensas a reaccionar ante la crisis introduciendo cambios transformadores en sus operaciones. Por lo tanto, la digitalización avanzada se ha convertido en uno de los principales impulsores de la resistencia industrial, así como de la competitividad.
Sin embargo, la difusión de las tecnologías PDA en las empresas manufactureras de los países en desarrollo sigue limitada a unas pocas empresas de vanguardia que suelen ser grandes y estar bien integradas en las redes de producción mundiales. En cambio, la gran mayoría de las empresas operan muy lejos de la frontera tecnológica, utilizando tecnologías digitales obsoletas o sin ninguna tecnología digital. Esta brecha digital debe ser superada si los países en vías de industrialización quieren tener éxito en el panorama económico contemporáneo y sobrellevar las inevitables crisis del futuro.
Descargo de responsabilidad: Las opiniones expresadas en este artículo son las de los autores, basadas en su experiencia y en investigaciones previas, y no reflejan necesariamente las opiniones de la ONUDI (leer más).