Han pasado más de dos años desde que COVID-19 comenzó su inexorable propagación por todo el mundo. Desde el inicio de la pandemia, se han recopilado numerosos datos sobre sus impactos económicos y sociales. Sin embargo, muchos de estos impactos son difíciles de desligar de las megatendencias de fondo en curso. De naturaleza global, las megatendencias son movimientos importantes que duran varias décadas y tienen un profundo efecto en las esferas social, económica y política. Están impulsadas por fuerzas económicas, sociales y políticas a largo plazo que son resistentes a la influencia externa a corto plazo y, como tales, no se espera que sean alteradas fundamentalmente por la pandemia. Por otro lado, a medida que la COVID-19 pasa de ser una crisis a convertirse en un problema de gestión de la salud pública, surge una imagen más clara de cómo la pandemia exacerbó o atenuó la velocidad de estas megatendencias, y hacia dónde podrían llevarnos en el futuro. En el ámbito del desarrollo industrial, hay tres megatendencias que merecen especial atención.
Digitalización y automatización de la producción
La innovación tecnológica afecta a todas las esferas del desarrollo empresarial y altera considerablemente las ventajas competitivas de las empresas y los países. La megatendencia de la digitalización engloba una serie de cambios tecnológicos, desde la aparición de potentes plataformas en línea hasta la difusión de los teléfonos inteligentes y los servicios de consumo relacionados, la impresión en 3D, la automatización de las fábricas y la tecnología blockchain en la producción. Muchas de estas innovaciones se refuerzan mutuamente. Están transformando profundamente la forma en que se organizan las economías, e incluyen la reducción de la necesidad directa de mano de obra, los cambios en las condiciones de trabajo, la disminución de los costes de transacción y la facilitación de la explotación de las economías de escala. El crecimiento de la robótica en la producción industrial (véase la figura siguiente) es indicativo de la progresión general de esta megatendencia en las dos últimas décadas.
Esta megatendencia se vio afectada de dos maneras específicas por el estallido de la pandemia: por un lado, las restricciones sociales aceleraron la tendencia a las compras en línea, mientras que las vulnerabilidades reveladas de las cadenas de valor mundiales (CVM) intensificaron el debate sobre la automatización y la deslocalización. Por otro lado, las restricciones sociales aceleraron la tendencia a las compras en línea, mientras que las vulnerabilidades reveladas de las cadenas de valor mundiales (CVM) intensificaron el debate sobre la automatización y la deslocalización (reshoring). Sin embargo, el impacto de la digitalización ha sido desigual. El éxito de la digitalización depende, en general, de la capacidad de absorción del sector industrial, lo que implica la necesidad de coinvertir en el desarrollo de capacidades e infraestructuras, de políticas industriales de apoyo y de un entorno empresarial saludable, lo que aumenta las barreras de entrada. Dados estos requisitos previos para "capturar el dividendo digital" no es de extrañar que la mayoría de las economías en desarrollo carezcan de mano de obra cualificada y/o de medios institucionales y financieros para desplegar estas nuevas tecnologías de la mejor manera posible. Por lo tanto, la velocidad desigual de las respuestas de COVID-19 puede profundizar aún más la brecha digital existente.
Como se ilustra en la figura 2, sólo un pequeño porcentaje de empresas (en rojo) consideraría volver a los métodos de producción anteriores a la pandemia, mientras que las innovaciones digitales -como el comercio en línea y la automatización- probablemente saldrán aún más reforzadas de la pandemia.
Cambios en el poder económico mundial
China representa la excepción a la dicotomía economía desarrollada, economía en desarrollo, y se recuperó con relativa rapidez debido a la rápida respuesta del gobierno al inicio de la pandemia. Esto es emblemático de otra megatendencia industrial, que ha sido testigo de un cambio sustancial en el poder económico en las últimas décadas, especialmente hacia el este y el sudeste de Asia. El gráfico siguiente ilustra el aumento constante de la proporción del valor añadido manufacturero (VAM) mundial que aportan las economías industriales en desarrollo y emergentes (EIDE) en la región de Asia-Pacífico, que incluso insinúa una aceleración desde el inicio de la pandemia.
Es probable que la pandemia refuerce estas tendencias anteriores. La relativa rapidez de la recuperación en esta región y las altas incidencias de COVID-19 que retrasan la recuperación en otras regiones han ampliado la brecha existente. Además, los niveles de endeudamiento privado y gubernamental han aumentado desde el inicio de la pandemia, especialmente en los países de renta baja, que han tardado en recuperarse de la pandemia. Esto puede repercutir negativamente en las perspectivas de crecimiento y reasignar recursos en detrimento de la inversión en transformación estructural, lo que hará que las economías "rezagadas" se queden más atrás.
El enverdecimiento de la industria
Otra novedad interesante es el efecto de la pandemia en el cambio hacia una producción industrial más verde. La industria manufacturera se ha descarbonizado rápidamente durante la última década (véase la figura siguiente); hay algunos indicios de que la pandemia ha acelerado ligeramente esta tendencia.
Esta relación es sobre todo indirecta y difícil de precisar, pero varias observaciones son alentadoras. Por ejemplo, la crisis ha vuelto a poner de relieve el coste de la dependencia de las exportaciones de petróleo y, por tanto, la necesidad de diversificación económica en las economías dependientes del petróleo. Además, se han iniciado importantes paquetes de políticas como parte de los programas de estímulo para acelerar la producción de hidrógeno verde que pueden tener muchos beneficios para los países emergentes y en desarrollo. Aunque todavía no se conocen del todo las repercusiones de estos avances, la pandemia ha acelerado al menos la tendencia al trabajo a distancia, reduciendo las emisiones relacionadas con los edificios y el transporte.
El futuro del desarrollo industrial
A pesar de que el COVID-19 es a veces promocionado como un punto de inflexión en varias esferas de la vida, la realidad es que no ha alterado fundamentalmente las megatendencias anteriores a la pandemia, sino que ha acelerado algunas. Aunque la pandemia ha tenido un grave impacto en la economía mundial, no afectará fundamentalmente a las megatendencias en curso. El siguiente cuadro resume algunas de las áreas en las que la pandemia podría tener efectos más duraderos, cambiando potencialmente el curso a largo plazo de la transformación estructural y creando nuevos retos y oportunidades para las EIDE.
Efectos tangibles del COVID-19 en el cambio estructural y sus implicaciones para las EIDE
Las megatendencias ofrecen nuevas vías para el desarrollo industrial, pero su potencial de éxito depende de una serie de condiciones específicas de cada país. En este contexto, las estrategias para el desarrollo de un sector industrial inclusivo y sostenible deben continuar por la senda de la creación de capacidades digitales y de absorción, el fomento de la resiliencia económica mediante la diversificación y la inversión en tecnologías que desvinculen el desarrollo industrial y económico del daño medioambiental.
Descargo de responsabilidad: Las opiniones expresadas en este artículo son las de los autores, basadas en su experiencia y en investigaciones previas, y no reflejan necesariamente las opiniones de la ONUDI (leer más).